Días como hoy en que odio hasta el más mínimo temblor de vida. Esos que no sé si tengo mucha rabia o simplemente una rabiosas ganas de llorar. Me duele el pecho, y la cabeza, y los ojos. Me duele la gente. Debería estar durmiendo. No levantar-me hasta septiembre.
(Y lo contenta que estaría la mayoría...)
miradas de decepción y suspiros de pesadez
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