Jamás podréis comprender las calles muertas de frío. Hay un niño que solloza entre la maleza y un nido congelándose en la segunda viga. Y la chica diminuta, que avanza descalza por la escarcha que dejan vuestros pasos por sus túneles. Vosotrxs, la mirada siempre preparada para desviarse a vuestros adentros proyectándose y los pies siempre calientes, en cualquier condición.
Y con los pies calientes no se pueden comprender las calles muertas de frío.
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