enfríose mi alma
quedose estancada
sin ser
consecuencia del miedo
a la levedad de la existencia
y a su fragilidad
miedo de la ignorancia de la vida
de la muerte bizarra
y la desazón
desesperación capturada
en mi incapacidad
aprisionándome en un vacío
mi propia ausencia
mi espíritu apedazado
sin ser

piel cuarteada

insensible

pero susceptible

(arañazos sangrantes

cuya venda es el arte)

esencia hueca
existencia ausente
alma vacía

la oquedad
de los días blancos
                               (no azules
                                ni rojos
                                ni violetas)

el terrible miedo
a la nada eterna

La gota ha colmado el vaso y el mar ha inundado mi existencia, mis infinitas muñecas rusas ahogándose en medio de un show que ya no tengo putas ganas de seguir.

Algo ha vuelto a cambiar dentro de mí. Como el ave Fénix, he resucitado de mis cenizas después del hundimiento.

Pongo fin a nuestro encuentro. Ojalá algún día pueda desearte suerte en la vida.
Por el momento... espero que tengas muchísimos obstáculos (de los difíciles, de los jodidos) en tu camino.

Ara és quan imagino una mà,
suau, tendra, càlida.

Imagino la meva mà i aquesta mà,
unides amb vehemència,
nedant pels núvols,
escapant de la normalitat.

Dues mans
que ja no són fugitives
i, als nostres peus tímids,
el món.

(Us against the world.)

Una pena que tot sigui una fantasia produida per l'excés, per gastar una cançó de tant escoltar-la en bucle.

Un cop i un altre.

Hay algo que me engulle.
Sálvame de mí,
de mi furia desatada que quiere degollarme.

Que tengo miedo, joder.
Miedo de la soledad, miedo de mí y de todo lo que puedo llegar a ser ni no cambio de actitud.
Que tengo miedo y que necesito que alguien me arrope cuando tengo frío.
Que necesito, coño.
Necesito.

¿Por qué vuelven las voces?
¿Por qué las paredes resbalan?
¿Por qué el vacío intenta succionarme?

Así no puedo avanzar.

Mis barreras interiores se escapan, estoy quemando mis disfraces, destruyendo mi coraza; pero cuánto más empeño pongo para escalar las pareces de mi profundo pozo, cuánta más luz y manos veo, más estrecho se hace este estúpido agujero (comúnmente llamado pueblo). No se puede ser feliz siendo exigente, y, además, lo que necesito no está aquí.

(No hay noche azul que valga, porque ella de mí se esconde. Maldita ramera.)

El paso más eterno,

como un amanecer

en el que nunca acaba de salir el sol,

una gigantesca zancada

que derribará pozos

y llenará el mundo de horizontes.