29/9/15

La polilla (el cuento gris sobre la mediocridad)

La cara oculta de la luna desde siempre había sido nido, hogar y refugio; condenada toda la eternidad a vivir a la sombra de las luces. Ella era la espalda del espejo, el efímero reflejo en ese lago bajo la lluvia, el indefinido color que impregna todas las ropas blancas. A sus hombros, el peso que la hacía aún más diminuta, que aquellxs que la salvaban eran lxs mismxs que la hundían.
Y ella andaba torpe, como si siempre lo hiciera por vez primera, y se peinaba torpe y hablaba torpe y trataba torpe y corría torpe y se escondía torpe y miraba torpe y su inteligencia era torpe. Y fea. La polilla era fea y asquerosa. La polilla que se alimentaba de luz y que vivía en las sombras. Invisible, torpe y fea.
Y que así es como se hundía.
Así es como moría la polilla.
Y que así es como se hunde.
Así es como muere la polilla,
día tras día, porque la luz es su complemento, su calor y su sustento;
porque la luz es su veneno, su asfixia y su eclipsamiento.

(Algo que escribí en julio)

El cuento de la ameba abandonada hasta por sus propios miedos y temblores.
Sola y sola.
Y crecía y crecía.

Se apagaron las cunas
en dunas calcinadas
tras arder durante quince mil lustros.
Incluso los monstruos, tras la tormenta,
quedaron mutilados en temblores rocosos
y sus garras desgarradas
les refugiaron de regreso a sus resguardos grises,
oscuras cordilleras.

Entre arena y bajo
un gran sol y esa enorme tela negra
se hallaba la ameba
temblando y creciendo,
reproduciéndose en el agua salada,
sintetizando fuerzas,
descomponiendo miedos.

28/9/15

q u e r e r q u e r e r

Cómo quisiera yo querer todo lo que yo quiero querer,
cómo quisiera poder querer todo lo que me quiere querer.
Soy el polo opuesto de todo lo que podría haber sido para mí,
que siempre camino a la deshora
y respiro cuando el mundo se ahoga.
Cuando pierdes las raíces
ya no hay vida que sirva de sustento
y deber saber cómo echarlas de nuevo.
Allá donde yo me lanzo tan solo hay vacío.
Escalofrío.
Nudos de tobillos
afligidos por todo mal.
Mas no hay fuerza más contraria que desear
lo imposible de un propio ser,
poder controlar cómo y cuando latir,
a los ojos de quién poderme enredar.
Pero yo ando hacia adelante cuando la cinta se rebobina
y me deshidrato en plena tormenta,
tan fría y tan ciega como inoportuna,
solamente soy del paisaje la neblina.

18/9/15

El amor es multiforme (y en todas sus apariencias doloroso)

Doblegarse a cada trazo,
siempre intentar reordenarse,
reajustarse, redirigirse, remodelarse,
adaptarme a lxs que quiero
para después mirar a sus ojos
y ver que ya no están allí.

No hay nada peor que lloraros
cuando ni os acordáis de mí.

-

El camino es tan tenue,
tan incierto, tan lleno de huecos,
que no paro de perder pieles.
Que cada vez hay más fríos
y yo me estoy quedando sin abrigos.

10/9/15

Ser a través de mí

Quién pudiera, muchas veces, vivir anestesiadx.
De la realidad, de todxs vosotrxs, de las leyes invisibles
que nos tienen maniatadxs, inmóviles.
De vuestrx afán de corromperlo todo,
la obsesión que os corroe y os obliga a convertir
todo aquello que pudiera ser arte en una competición.
De lo importante que es ser para lxs demás,
de posar para lxs demás, de mostrarse a lxs demás.
Quién pudiera, muchas veces vivir anestesiadx,
y olvidar que no dormís, pendientes a las miradas
que controlan cada paso que dáis, que os analizan.
Y no recordar que no dormís porque estáis, en realidad,
pensando en la selfie que mañana subiréis,
decidiendo qué y cuántos hashtags la acompañarán,
intentando veros a través de otrxs cuerpos.

Y yo cada vez quiero vivir más anestesiada,
para evitar el contagio y poder ser,
no a través de vuestros píxeles de mierda,
no mediante una realidad demasiado visible,
no dentro de vuestra amada burbuja virtual.
Poder ser,
en mi realidad,
a través de mí
y del tacto ensordecedor,
de las verdades libres
y de las miradas tangibles.

3/9/15

La sabiduría de la lluvia

Habrá que preguntarle a la lluvia
de dónde salen todos los colores.
Pero cada gota huye a esconderse
en los reflejos, boquiabiertos
ante tanta sangre y tanta sed.

Habrá que preguntarle a la lluvia
antes de que el sol seque todos los sueños,
antes de que las alas se desprendan
de nuestras espaldas, campo de batalla,
hoja en blanco, desesperanza apagada.

Habrá que preguntarle antes de quedarnos
sin voz y ciegos de miedo.
Habrá que descubrir el origen de los colores
para, si algún día todo esto se acaba,
poder reconstruir hasta la más diminuta molécula.