27/7/15

El verano del puzzle cambiante.

Desllueve sobre seco,
con todos los roces mudos,
ascendiendo del silencio,
recolocándose en la ruleta.
Esta rueda que gira y revuelve,
que me estruja las tripas
y me aprieta las (sin)razones al corazón,
y toda esta desazón
se cose en mi garganta
y en sus grietas amargas.

Los veranos son naranjas
y yo una esponja
escondida y temerosa.
Los veranos son ese temblor
que me hacía jurar
que estoy tan sola, tan sola,
que podría morir del miedo.
Mis veranos son de palos,
no de polos, aunque sí son helados.
Mis veranos son la ironía
que precede la tormenta,
tan solo un vacío
que anticipa la nada.

No respiro.
Las piezas no se detienen,
nunca olvidan dar otro giro.
El calor hizo de este puzzle
un irónico y veloz cambiar.
Eterna es la idea.
Todo vuelve,
la historia es siempre la misma,
no cambian las fuerzas
que me oprimen el pecho.
Distintas miradas
mismo color.
No respiro.
Que no,
¡que no respiro!
Que nada es todo
y todo es continuo.

26/7/15

Las espinas se desclavan, pero también persiguen.

Si alguna vez hubo alguna historia, fue un relato inconexo, descompasado, vergonzosamente alargado, desesperadamente anhelado y afortunadamente breve. Que al final la complicidad no era tanta ni nuestras vibraciones se complementaban*. Que parpadeábamos a deshora mientras nos idealizábamos. Andábamos en direcciones distintas y sobre ejes alejados, ni si quiera opuestos. No había posibilidad de colisión, tan solo caricias al aire, el aumento del deseo ante la imposibilidad. Así que basta ya de epílogos absurdos y de normalidad impostada, cuando realmente jamás hubo algo de "normal" en todo eso. No hay sincronización posible (y eso no es malo, simplemente es), jamás la habrá pese a todo, porque aquí nadie va a cambiar por y para ninguna persona. Si realmente no entendemos de protocolos sociales y formas predeterminadas, sigamos caminando en desdirecciones múltiples.

* LA COMPLICIDAD - PEROTA CHINGO

18/7/15

[obviedades que, por calladas, debo escribir]

Cuando los pilares están, se nota. Me sostienen,
mantienen mi equilibrio,
hacen que no sepan a guiso mis momentos de delirio.

Que hay que mantener cerca aquelles
que proporcionan aliento,
alejar las sanguijuelas y las cáscaras vacías.

Aprender no significa perder el miedo.
Rectificar para poder afrontarlo de nuevo.
El miedo siempre vuelve,
el miedo jamás desaparece;
sólo cambia el color de las paredes,
el temblor de mis piernas.

Del des e o

Del calor al morder las pecas.
El infierno entre mis piernas.
De los roces que provocan
géiseres de frío
en el astro rey.
De los dedos rebeldes arañando
espaldas,
sábanas y sabanas,
dejando las estepas
cada vez más áridas.
Del beberse de dos lenguas.
El combate de las pieles húmedas,
ardiendo en las mieles roídas,
corrompidas,
que de tan duras,
de tan calladas,
de tan solas,
se han convertido en impenetrables.

15/7/15

Ella solo minaba

El cuerpo era demasiado grande
para seguir viviendo dentro sola.
Sin embargo, cuando ella llamaba a la puerta,
oía pasos y mirillas,
pero ningún umbral que se abriera.

Y así ella solo ca-minaba.
Siempre errante, siempre decreciente,
siempre en pie
arrastrando los pedazos
que todos los días se iba arrancando.

(De cuando de tan perdides, de tan revueltes,
nos despellejamos sin motivación ni objetivo.
De cuando sueñas más que duermes y los ojos
pesan todas las mañanas tras despertarte 7 veces.)

10/7/15

El grito

¡¡Eres mi cárcel!!
Le gritaba al espejo.
Le gritaba al espejo
como si de una ventana se tratara
y el viento transportara
sus gritos hacia la libertad.
Y la magia le gritaba otra vez más
no existo,
no existo,
¡que no existe la magia de un grito!
No hay roces
que se derritan en bosques,
como dentro de las conchas
es imposible oír los mares.

Si embargo no hay más cárcel que la propia piel
cuando nos empeñamos en hacerla cemento.
¿Cómo alzar al vuelo
cuando nos dormimos a morir?
Amanecimos anestesiades
y nos cortaron las alas
para transformarnos en reptiles.
Y nos secamos
          quemamos al sol.
Nos dejamos arder entre latidos veloces.
Nos desentendemos del valor.
Nos entregamos a morir.

7/7/15

Del miedo a perder(te)

Las cartas estaban sobre la mesa
y tú corriste a esconderte debajo.
De la mesa, de las cartas,
de mí.
Y yo ya
no sabía si esa habitación era un armario
o un enero en la playa*;
pero mis colmillos agonizaban sedientos
ante tu protectiva negativa
(aunque con o sin ella una víctima
moriría desangrada
por mi culpa).

Y mis dudas perennes
se quedaron a vivir en invierno,
como siempre,
esperando el deshielo*.

4/7/15

Ley Mordaza

Los ojos grisverdáceos me hablaron una vez de una canción que decía que
la libertad no tiene bandera y por eso no hay tela ni bozal que pueda llegar a dejarnos sin voz.

No hay mordaza que nuestros dientes no sean capaces de desgarrar,
como no hay ninguna patria que de cobijo a la libertad, porque la libertad no tiene bandera.

La libertad no tiene bandera porque no se impone ni se condena,
y no hay aúllo más desgarrador que la rabia que recogen aquelles que siembran la miseria.

Así que no, tristes banderas. Solo dais calor a les que nos encienden. Así que no, ¡claro que no!, tristes banderas. No podréis dejarnos mudas las voces de la fuerza, de los puños en alto que os hacen cenizas, de las personas libres y de las almas rebeldes. No, banderas tristes, estableced fronteras en la nada, quedaos a vivir en las ausencias, en lo intangible, en lo inexistente,
porque aquí NO NOS CALLAREMOS.

2/7/15

Círculos concéntricos

Cómo sangran los alientos tras descubrir las gafas violetas. Cuánto más sé del mundo, cuánto más conozco de las personas y cuánto más me descubro a mí misma, menos entiendo.
Inefable es lo que siento, notar como fallo a cada intento,
como pisoteo todos y cada uno de mis pensamientos,
como traiciono a la razón con mi respirar.
Ir predicando unas ideas que no puedo seguir. No controlo lo que siento y no hay nadie que me arrope y que me recuerde que no es culpa mía sentir lo que siento, que me recuerde que no necesito a nadie que me ayude a respirar, que yo sola puedo todo.
Pero no puedo.
No puedo seguir pisoteando cristales emponzoñados
mientras siga andando descalza.
Que no sé,
que no funciono,
que el valor se agota tras los intentos,
que mi pecho no ha cambiado y sigue apretando fuerte como antaño.
Y tras tres años sigo escribiendo las mismas cosas a través de los arañazos que caracterizan mi respiración y decoran mi pálida piel repleta de im-perfecciones. Tras tres años sigo siendo aquella mota de polvo invisible pero no molesta, aquella compañía pasajera que ni llama la atención ni la rechaza. Tras tres años aquí sigo, encerrada en el mismo asilo de temblores que no consigo vencer, y no encuentro la salida que jamás creé.

1/7/15

en las profundidades

ojalá mirar a la gente como quienes (me) leen
entiendo hasta los puntos y a parte de cada abismo
hay una fuerza remota y anciana
me empuja hasta el fondo
hasta la oscuridad
donde viven
las feroces cucarachas
y en sus nidos
arácnidos tropiezos
telarañas ácidas
hasta la oscuridad
de los pálidos
e informes pasos
que no ando
hasta la oscuridad
donde la no luz
me esconde de mí
en un viaje imposible
no puedo respirar

y así pasan los días
entre ahogos
y no lugares
entre el echar de menos y de más
y mis mudos silencios
entre las pesadillas de transparencias
y no sé cómo puedo sacarlo todo
entre la garganta y el estómago acumulado
y es que aquí son así los días

no hay ahogo
sin agua

estoy hundida