28/4/13

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hay frío y hay calor
hay miedo y hay valor
hay felicidad y hay dolor
hay tanto...
hay tanto que ya no existo.

26/4/13

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cómo todo se viene a bajo en un segundo
y vuelve a resurgir en un instante
cómo todas mis esperanzas están depositadas
en un septiembre
que quizás se convierta en un febrero
(ese tórrido hielo)

tengo miedo de querer morir a veces

Will lights guide me home?

Luces.
Luces que marcan el camino
hacia casa.
Un hogar es lo que necesito.

(Un hogar no significa una casa con familia; sino un lugar en el mundo, alguien que me aprecie y me quiera de verdad, alguien que me enseñe bien, con quien poder hablar.)

25/4/13

Zona neutral.

Entonces es cuando te das cuenta de la inutilidad de todo. Estás tirando tu vida por la borda, luchando contra un sueño que jamás fue para ti. Es entonces cuando miras a unos ojos invisibles y te das cuenta de que no hay peor pesar que la indiferencia.

Y te giras.
E intentas no desvanecerte.

Pero el vacío sigue hirviendo a mi alrededor, aunque pueda ser capaz de alzarme sobre él. Hay cenizas en mis pupilas y arañas en mi migraña. La realidad es cruel para la mediocridad. Y entonces llego al inicio de todo, al comienzo de toda esta espiral de pusilanimidad. Al momento en que la luz aural de mi inocencia se desvaneció, al instante que nació mi fuego (y se volatilizó hacia el cielo), al entonces en que tuve potencialidades que necesitaba actualizar. Y entonces me doy cuenta de lo que soy, un cervatillo asustado, una pantera con complejo de inferioridad. Me siento adocenada. Toda la vida me he escondido creyéndome mediocre, vil, vulgar. Nunca he creído merecer nada, nunca he sabido llegar al acto de mis posibilidades, nunca he sido capaz de buscar algo porque en el fondo sabía que no era para mí.

Y esa sensación vuelve ahora.
Y el cine se me escapa.
Todos mi castillo de sueños se fundamenta en una realidad ilusoria  en mi no-talento para nada, en mi inseguridad y mezquindad.
Y lloro otra vez por no tener a nadie que me mire y me diga que puedo lograrlo todo, que soy la mejor persona que jamás ha conocido. Y lloro por no tener a nadie que me mire y me diga que soy la cabello-de-fuego más valiente que hay en el mundo, que me susurre que mi fuerza puede cambiar el mundo. Y lloro porque en esta vida las ilusiones y las ganas no sirven para llegar al final de tu camino, sino de la senda que te toca, la que hace siglos que está escrita para tí. Y lloro porque un día moriré sin haber podido lograr todo lo que quería. Y lloro... Lloro por llorar. Porque en occidente parece que solo lo hacemos por eso.

14/4/13

El aire de la primavera hace las horas menos pálidas. Puede que los ojos sigan siendo como puñales, pero mi piel de viste de algodón.

Atravesadme si queréis. Junio ya llega y, con él, empieza a oler a septiembre.

Para que yo me llame Ángel González. (Ángel González en Áspero mundo, 1956)


Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso 
de su huida hasta el fin, sobreviviendo 
naufragios, aferrándose 
al último suspiro de los muertos, 
yo no soy más que el resultado, el fruto, 
lo que queda, podrido, entre los restos; 
esto que veis aquí, 
tan sólo esto: 
un escombro tenaz, que se resiste 
a su ruina, que lucha contra el viento, 
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito 
de todos los fracasos. La enloquecida 
fuerza del desaliento...

3/4/13

¿Por qué me invento cosas?
¿Por qué predico la verdad
cuando practico la mentira?
Joder, si es que al final
me acabo creyendo todas
mis propias gilipolleces.

(Sentirse así de inútil tampoco ayuda mucho a coger las fuerzas para saltar.
Me odio.)