21/3/15

Mofetas psíquicas.

Rodeada de mofetas psíquicas me hallo.
Las amo…
Pero igual estoy dejándolas de amar.

Rodeada de mofetas psíquicas no puedo caminar.
Es imposible
poner un pie delante del otro.

Sus ojos manchados de soberbia
son incapaces de ver nada más que
mierda.
Solo mierda.
La mierda que viste sus vidas,
cuya esencia no pueden dejar de extender.

Incluso mi amor por ellas,
mis esfuerzos por verlas sonreír,
mis desangrarme para alimentarlas con mis deshielos,
mis rigideces para que su mundo no tiemble…
para ellas despreciable.

Y yo me alejo inevitablemente,
aterrorizada
pues el hedor se está volviendo inaguantable.

Impotencia en mi mirada triste,
incomprensión en mis lágrimas ácidas…
Arden mis mejillas a su desliz.

Desprender colores rosáceos
y verdes
y rojos
y azules
y amarillos
de todas las miradas que llenan el mundo,
yo quisiera…
despegar hacia las nubes,
levantarme y mirar al cielo,
y que el montaje evolucionara
a una cámara rápida
de planos detalle
de detalles de roces
de vidas veloces
y alzarme…
Alzarme,
alzarme,
alzarme,
alzarme,
alzarme
¡alzarme!,
hasta que el polvo de estrella
quemara hasta mis ilusiones.

Pero no puedo.
No me dejan.
Las mofetas me mantienen amarrada
a la nada,
a lo horrible,
al tóxico egocentrismo que las crea y las destruye,
que las establece en un ficticio trono
cuya altura les da el poder del juicio innato.

O eso os creéis,
malditas mofetas.
Dejadme ir…
¡Dejadme!
¡Soltadme!
¡Desamarradme!
¡Desagarradme entera si eso es necesario
para liberarme!
¡Engullid mis entrañas
y arrojad mi cuerpo yermo al mar!
Que para ser yo no puedo ser vosotras.
Ni quiero serlo.
Ni quiero estar cerca cuando implosionéis,
porque de bien seguro que seríais capaces,
bien bien capaces,
¡hábiles que sois en eso!,
de llenarlo todo con la misma mierda que os cubre los ojos.

·   ·   ·

(De cuando un relato* te inspira, de cuando un simple cuento ficcional destapa todo eso que te carcomía y le da un nombre.
Todo tiene sentido, ahora… Ahora entiendo vuestro aliento tóxico, por qué me quemáis a cada bostezo.
De solución aún no dispongo. La solución quizás no la tenga nunca. Puede que jamás sea capaz de solucionar nada.)

*Cazador de mofetas. Incluido en La doble vida de las hadas, de Santi Balmes. 

20/3/15

Why can I not conquer love?

Como un ratón asustado se escondió en las cloacas
hedientas de fracaso.
Todos los vértices se habían anaranjado.
Quemaba respirar.

And another one bites the dust.
Let's be clear, I'll trust no one.

Ocultó sus debilidades
como quien se deshace de un cadáver:
desmenuzándolas,
desintegrándolas.
convirtiéndolas en ceniza,
enterrándolas en lo más hondo.
Dentro de las mentes dementes no hay salida.

I'm still fighting for peace.

Dentro de las mentes dementes existe el refugio anhelado.
Dentro de las mentes dementes,
dentro de las mentes dementes...
Dentro de las muertes dementes
se esconde el halo de lo que intentó ser.

But you won't see me fall apart.

Y dibujaba versos feos en papeles llenos de píxels,
porque no sabía otra forma de funcionar.
Y usaba mucho la tercera persona cuando abría su corazón,
aunque volvía a cerrar su pecho cuando no encontraba nada allí.
Y no sabía otra forma de vomitarse los miedos
que no fuera quedar expuesta a la nada.


Elastic heart - Sia

19/3/15

El 99.

Cuando tienes hielo en las retinas
y la escarcha recubre tus vértices,
cuando la nieve solo forma esquinas
y el frío se acumula en los vórtices.
(Blanco como la nada,
blanca como el vacío.)

De violeta me teñí los ojos para dejar se ser ciega,
y cómo cuesta respirar cuando la visión todo lo puede contemplar.

Mil promesas liláceas me susurré,
y cómo cuesta bucear en mares sin una gota de agua.

Ausencia de raíces es sinónimo de falta de equilibrio,
de convicciones volátiles,
de corazones frágiles
y de sueños que marchitan en su propio delirio.
(Que de tanta velocidad
hasta los lagrimales se secan.)

Soy tóxica
-mordaza que estimula ausencias-
por intangible.

Soy indiferencia
-hedor de heridas sedientas-
por ansia.

Soy temor
y terror,
nada más,
dolor
y pavor
tan solo un motor de silencios.

17/3/15

El cuento de avanzar a ventosidades.

Las lunas pesan mucho más que los días,
pero aún pesa más este silencio árido.
Hay rasguños que
arañan pechos
desde el interior hacia fuera,
ruidos blancos vestidos de siseo.
El silencio es tal,
un demente efecto de vacío.
Asfixia.
Temblor.
Terror.
Ardor.
Mesticia.
Los ojos,
náufragos de lo etéreo,
rehuyen las miradas
de lo esperado y lo inesperado,
de lo anhelado y de lo temido,
de lo temblado y de lo que está por temblar,
de las noches agudas y de los días puntiagudos,
de piezas de puzzle irreales.
El miedo acecha. Siempre.
Y no.
No,
no,
no,
nunca,
jamás,
en toda la eternidad.
Jamás podré ser yo
mientras todxs gritemos lo inefable.
El mundo es una algarabía de deseos reducidos a sangre invisible,
Jamás podré...
Y me sigo escondiendo,
autodiagnosticándome rarezas 
que ya quisiera mías.
No hay madrugada que tenga más luz que una estrella
ni constelación con la forma más bella que cualquier nube.
Mientras tanto,
las noches siguen pesando más que los soles,
sin encontrar el balance.
Porque no lo hay.
Tan solo un cuento.
Tan solo un cuento.
Tan solo un cuento...
Un cuento efímero opresor de pulmones y compresor cerebral.
Un cuento lleno de huracanes que no llevan a ninguna parte,
El cuento donde tan solo existe el silencio árido y blanco.