17/3/15

El cuento de avanzar a ventosidades.

Las lunas pesan mucho más que los días,
pero aún pesa más este silencio árido.
Hay rasguños que
arañan pechos
desde el interior hacia fuera,
ruidos blancos vestidos de siseo.
El silencio es tal,
un demente efecto de vacío.
Asfixia.
Temblor.
Terror.
Ardor.
Mesticia.
Los ojos,
náufragos de lo etéreo,
rehuyen las miradas
de lo esperado y lo inesperado,
de lo anhelado y de lo temido,
de lo temblado y de lo que está por temblar,
de las noches agudas y de los días puntiagudos,
de piezas de puzzle irreales.
El miedo acecha. Siempre.
Y no.
No,
no,
no,
nunca,
jamás,
en toda la eternidad.
Jamás podré ser yo
mientras todxs gritemos lo inefable.
El mundo es una algarabía de deseos reducidos a sangre invisible,
Jamás podré...
Y me sigo escondiendo,
autodiagnosticándome rarezas 
que ya quisiera mías.
No hay madrugada que tenga más luz que una estrella
ni constelación con la forma más bella que cualquier nube.
Mientras tanto,
las noches siguen pesando más que los soles,
sin encontrar el balance.
Porque no lo hay.
Tan solo un cuento.
Tan solo un cuento.
Tan solo un cuento...
Un cuento efímero opresor de pulmones y compresor cerebral.
Un cuento lleno de huracanes que no llevan a ninguna parte,
El cuento donde tan solo existe el silencio árido y blanco.

3 comentarios:

  1. "El mundo es una algarabía de deseos reducidos a sangre invisible". Me has dejado muda con esa frase. Esta entrada la siguiente que has publicado son muy buenas, me han encantado.

    Un besazo.

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