11/1/15

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La felicidad se saborea así, a pequeños sorbos de una extraña intensidad. No se mide en cantidades de arte ni en sonrisas. La felicidad es esa brisa que te encuentras de sopetón, sin esperarla, y que hace que deambules por las calles de noche disparando medias lunas con los labios. Que la respuesta a todo la tienen la música y el cine. Ya sabes, cada nota recorriendo los cables del cuerpo, las descargas eléctricas en la mirada de planos explosivos. Todo lo demás es viento. Y qué más da si he perdido el camino y la noción de mis pasos, qué más da si no tengo riendas cuando hay pequeños oasis que huelen a cerveza y a palomitas, a descansos, a no querer dormir por no perder el tiempo.

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