2/7/15

Círculos concéntricos

Cómo sangran los alientos tras descubrir las gafas violetas. Cuánto más sé del mundo, cuánto más conozco de las personas y cuánto más me descubro a mí misma, menos entiendo.
Inefable es lo que siento, notar como fallo a cada intento,
como pisoteo todos y cada uno de mis pensamientos,
como traiciono a la razón con mi respirar.
Ir predicando unas ideas que no puedo seguir. No controlo lo que siento y no hay nadie que me arrope y que me recuerde que no es culpa mía sentir lo que siento, que me recuerde que no necesito a nadie que me ayude a respirar, que yo sola puedo todo.
Pero no puedo.
No puedo seguir pisoteando cristales emponzoñados
mientras siga andando descalza.
Que no sé,
que no funciono,
que el valor se agota tras los intentos,
que mi pecho no ha cambiado y sigue apretando fuerte como antaño.
Y tras tres años sigo escribiendo las mismas cosas a través de los arañazos que caracterizan mi respiración y decoran mi pálida piel repleta de im-perfecciones. Tras tres años sigo siendo aquella mota de polvo invisible pero no molesta, aquella compañía pasajera que ni llama la atención ni la rechaza. Tras tres años aquí sigo, encerrada en el mismo asilo de temblores que no consigo vencer, y no encuentro la salida que jamás creé.

2 comentarios:

  1. (escribir es LA terapia
    cuando se aburre a todes
    les frentes cálides
    cuando no queda nadie
    con quien poder ponerse a temblar)

    ResponderEliminar
  2. Crear salidas no es fácil, pero a veces... A veces escribir es una salida en sí misma.

    ResponderEliminar