La chica diminuta cubría todos los días a sus seres queridos con una gran manta para protegerles del frío y aún así nunca quedaba ni un solo trozo de tela para que ella pudiera taparse.
Y aunque estaba desnuda, seguía sobreviviendo en el hielo del ártico donde había quedado desterrada tras tanto intentar pedir calor en casas ajenas.
Me fascina.
ResponderEliminarY tengo la sensación de que todos, alguna vez, hemos sido esa chica diminuta.
(Aunque algunos más tiempo que otros, y claramente más perjudicados)
Un abrazo, te sigo.
Muchas, muchísimas gracias :)
Eliminar